Por qué callar cuando hay que callar
a qué atenerse, cariño mío
a tu delineada boca ingenua
o al eco distante de los gritos
cansados de anoche.
Quisiera decirte, decirte que me canso
dejar de quebrarme los labios
al fruncir el ceño y apretar los dientes
tragándome la sangre y la verborrea.
Vomitar o implosionar.
Lanzar una moneda:
cara o sello.
Te quedas o te vas,
yo sigo siendo la misma.
Y yo sé, yo sé que también te rompes la boca
pero yo tengo pena y tú siempre rabia
te compadezco y tú sólo comienzas a detestarme
detestar mis susurros, mis besos
mi cama y ante todo mi llanto.
Y quisiera decirte, decirte que me canso
que estoy dentro y a la vez fuera
que tuve tanto para darte y tú tan estrecho;
pero al llegar la noche
siempre me sabré quitar las ganas;
me sabré desquitar.
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