domingo, 12 de noviembre de 2017

Casi martes

Me siguen entrando mensajes al celular, quizás debería apagarlo. Pero reviso igual y contesto (porque no sé no cumplir con lo que esperan de mí) la diversidad de mensajes subidos de tono que me llegan desde que reabrí Tinder hace un par de días. Contesto, pero no estoy caliente; digo que lo estoy, pero la verdad es que estoy tan dispersa el último mes que ni siquiera quiero tirar. Y casi siempre quiero tirar, olvidarme de todo una hora (o siete minutos, a veces), abandonarme.

Por qué cresta siempre tengo tanto material pa' hacerme pajas mentales. Es similar a esas veces en las que una parte arrebatadísima y después de una hora masturbándose, el orgasmo está tan lejos que ya se tiene lista la planificación de la semana. Hago planes para hacer planes, siempre así.

Son las 23:49, es casi martes y siguen llegando los mensajes. Debería dormir, pero sólo puedo concentrarme en el sonido seco de tus tacos por el pasillo. Quería que supieras que te pienso.

A veces aún te desentierro

Es parte de crecer
no seguir creyendo
la moraleja de los cuentos,
poder apagar la luz,
no temerle a los muertos.

Jamás se había sentido
tan bien
recorrer el obituario
marcando al número celular de fantasmas,
concretar revolcones en sus propias tumbas.

Porque me perdoné por ti y soy libre
y tampoco creo que haya otra vida
otras vidas
además de esta en la que nuevamente me pego a tu cuerpo
y te hago mierda
mientras miro la panadería
por tu ventana en un tercer piso.

Duermo tranquila.

Touch and go

Por qué nos hacemos sentirnos tan bien
para luego sentirnos tan mal.

El abismo:
mi cuota de catre.

El silencio:
sonido seco de tu puerta
cuando me largo de tu casa.

El vacío:
cuando bajo la escalera
y ya no estoy mojada,
solo estoy sola.

A qué huele tu pelo

Soñé.

Después vino un remordimiento super cristiano,
el trago amargo de la mañana,
el cortafuegos entre mi mano
y el interruptor:
6 AM.

Dejé correr el agua en la ducha
dejé que pasara por donde tus manos
me tantearon,
descubriéndome.
No quería cerrar el grifo
-jamás quiero-
pero (puta la hueá) la cuenta del gas.

Tuve rencor de caminar
(ese vacilar a tientas
en una mañana onírica, casi noche),
porque ya no podía ocultar
la vergüenza de mí misma.
Y es que donde caminase, esa culpa me seguía.

Era la vergüenza de pensar
en frontearme con tus ojos de frente
la que me hacía concha
los dientes de puro miedosa
-ya po', crece-.

Esa era la mirada enterada
-ya lo sé, pa' qué te hacís la hueona-:
sabías lo de anoche,
eso insoportable
entre sentirse culpable y sentirse caliente.

Lo peor de todo el simulacro es que
-haz tus tareas, por favor Ámbar-
ni siquiera sé a qué huele tu pelo.

Complejo de Electra

Si pudiese recapitular
me quedaría con la noche
en la que -por ron, por miedo- fue imposible tirar
y todo terminó con un abrazo
y un beso en la frente
(qué maternal que fui)
en tu frente de niño avergonzado
-no me pidai disculpas, qué lata-
bajo mis ojos mediadores.


Sin embargo,
mordí la manzana
y a ti la paciencia te desquiciaba:
estabas caliente
que (en tu caso) es lo mismo que apurado.
Y esperaste
porque yo quise que lo hicieras.

Pero mordí la manzana
Sebastián,
y me acoplé a tu espalda
esbozando un morse de saliva,
amoldando, ajustándote
a mi tamaño
para quererte.


Y terminé por creer 
que nos entendíamos;
y terminé por creer
que nos queríamos.

Y terminé,
y me terminaste.

Y así es la vida,
los hijos se van de casa.

Arritmias

Me das taquicardia. 

Cómo chucha aprendo a concentrarme 
si se me va a despegar el corazón.
Me duele. Mi mamá no me cree,
dice ''pucha''. Y ya no me cree nadie.

Se me acelera la cuchara (como dice mi abuela)
y sólo te estoy pensando,
sólo intento reconciliarme
con el espectro tuyo
que me quedó hoy.
Tú no me mirabas,
lo sé porque te estaba mirando.


Pero es que no me enseñaron a querer así;

yo sólo me fatigaba
en la suma de brazos lenguas asperezas,
de esa naturaleza intrusa
que por querer sólo aprendió a ocupar.


Y tengo caña (todavía)
y estoy pensando mal
(acuéstate tempranodijo mi mamá,
estai pálida, Ámbar),
todo quiere que piense
que está mal
que estás mal
que temblar entera está mal.

Pero
(puros peros)
ya te pillé
y a mí me entra una idea y nadie me la quita
(eres porfiada,
ya sé mamá, me gusta serlo);
me voy a marear pensándote
hasta resbalar
¿ya?,
ya.

domingo, 5 de noviembre de 2017

Collage Dadá

Di las señales antes
de saberme desesperada.


Mis manos iban y venían
                   iban y venían
                   iban y venían
arrancando ojos, bocas
vastos terrenos de tierra prometida
soldados de guerra de 1916
Jaimenes Guzmanes Y Carlos Darwines
como si la vida se tratase -después de todo- de eso:

arrancar la historia
hacerla pedazos
trazar una aleatoriamente
engendrar una abominación
con las anécdotas
-contadas y no contadas-
de mi vida.


Cuando tengo miedo
vuelvo a reconciliarme con las tijeras
y con las horas de labor de autómata
de esa paciencia espeluznante
de eso que soy
-contemplativa
eficiente
prolija
e inmensamente aburrida-
y no soy
-devenir
azar, crescendo
una caja de Pandora
convulsa, inquieta
efervescente
hormona y sangre
caos-.


Pero, acaso ¿no soy eso yo?



Reitero: Pobres quienes caigan en la nefasta labor de describirse.


Ya no sé quién chucha soy, pero soy yo.

Contigo ni al metro

Que todas las micros sirvan
me paren y se pavoneen las lindas
y una misma aferrá al paradero
aferrá a la idea
de que no quisiste congeniar conmigo
y está bien, no soy perfecta,
pero vo' tampoco.

No quiero nada-nadie-naiden,
mejor me voy a pata
chuteando piedras
por si me tropiezo con algo
mejor.

Pero nada

Ya no puedo darme el lujo 
de esperar,
pero no tiene sentido
si quien espera eres tú
hace quince minutos 
(es culpa del metro, digo).

Y en Salvador pienso que
espero que me estés esperando
y que vuelvas a esperarme
(un lunes, o un jueves, pero siempre me retraso en metro)
esperar verme
esperar ceñirme.

Pero llegando a República
y de tanta espera
nos dormimos;
y rumorean que al otro día
es más fácil vivir con el borrón y cuenta nueva.

Prevención de riesgos

Y tú sí que sabes de saberes
pero -ingenuamente- desconoces
el hecho de que responda
cada cordialidad
cada gesto protocolar
cada referencia
como espejo
(pero estoy rota)
difractando donde reniegas
de mirar.

Y estoy tan hecha tira
y tengo tan poco que perder
y te deseo tanto
que al final delibero y opto por la
PREVENCIÓN DE RIESGOS:
Despejar salidas
apartarme de las ventanas
no bajar la escala con las manos en los bolsillos
y así evitar caerme de hocico
y salpicarte a ti de sangre,
evitarte la réplica
cuidarte de algo que está siempre lejos de ocurrir.

Tú mi eterna paranoia. 

Tiempos mejores

Todo era más tranquilo cuando no se me calentaba el hocico tan rápido.