Di las señales antes
de saberme desesperada.
Mis manos iban y venían
iban y venían
iban y venían
arrancando ojos, bocas
vastos terrenos de tierra prometida
soldados de guerra de 1916
Jaimenes Guzmanes Y Carlos Darwines
como si la vida se tratase -después de todo- de eso:
arrancar la historia
hacerla pedazos
trazar una aleatoriamente
engendrar una abominación
con las anécdotas
-contadas y no contadas-
de mi vida.
Cuando tengo miedo
vuelvo a reconciliarme con las tijeras
y con las horas de labor de autómata
de esa paciencia espeluznante
de eso que soy
-contemplativa
eficiente
prolija
e inmensamente aburrida-
y no soy
-devenir
azar, crescendo
una caja de Pandora
convulsa, inquieta
efervescente
hormona y sangre
caos-.
Pero, acaso ¿no soy eso yo?
Reitero: Pobres quienes caigan en la nefasta labor de describirse.
Ya no sé quién chucha soy, pero soy yo.
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