Ya no puedo darme el lujo
de esperar,
pero no tiene sentido
si quien espera eres tú
hace quince minutos
(es culpa del metro, digo).
Y en Salvador pienso que
espero que me estés esperando
y que vuelvas a esperarme
(un lunes, o un jueves, pero siempre me retraso en metro)
(un lunes, o un jueves, pero siempre me retraso en metro)
esperar verme
esperar ceñirme.
Pero llegando a República
y de tanta espera
nos dormimos;
y rumorean que al otro día
es más fácil vivir con el borrón y cuenta nueva.
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