martes, 5 de mayo de 2020

Altura de miras

Tentando la suerte
arrojando dados de un tercer piso,
tentando la muerte
encaramando el cuerpo desde un treceavo piso;
tentándote al verte
tú que te llevaste la funcionalidad de las cosas
el ritmo de las cosas y las casas
las casas de tres pisos y las de menos trece
las con vértigo y las del inframundo
las con ascensor que solo sube
y las con el que solo baja.

Las cosas se ven curiosas desde abajo,
casi me alegra estar lejos de las turbulencias.
Las casas son furiosas arriba,
casi me entristece no estorbar las violencias
con el cuerpo porque pongo el cuerpo
con el llanto porque lloro tanto
con la garganta porque me gorgotea la sangre
con la boca porque escupo,
me muero por las palabras
me muero por las palabras,
me miran con estupor y a mí se me gangrena la cabeza,
todo irrigó de la boca hacia a afuera
te manché la alfombra, lo siento.

Ando tentando la muerte de que tengo trece
y no solo de los treceavos pisos
(aquello que ocurre en la cornisa de una ventana);
tenté la suerte por tentar a la vida
los estímulos y los escotes, los estímulos y las malas juntas
tenté la suerte y perdí todo,
jugué de caja y me dieron como caja
me ultrajaron y me rajaron
no tuvieron ni un cuidado ni un gesto piadoso
porque justo andaba pelando el cable
porque a las locas culiás no les importa tocar fondo,
no les importa si el ascensor solo baja
si se ahogan en las casas de arriba nunca se enteran,
nunca nadie se entera
nunca nadie se entera
nunca nadie se alarma hasta que vomitas la alfombra.

Tentándote al verte, miserable,
tú que te llevaste la funcionalidad de las cosas
el ritmo de mis sentires y mis palabras,
¿por qué que tenía que sufrir yo?
¿por qué tenía que sufrir el duelo cuando era yo quien se había muerto?,
tú me habías muerto
tú me habías muerto,
tú, llevándote la funcionalidad de las cosas,
un bucle de ritos para vivir mi propia muerte
de mi cuerpo porque puse el cuerpo
de mi llanto porque lloré tanto
de mi garganta, porque le dejaste caer el peso de tu mano,
el peso de la noche
el peso de la ira, y yo dije
y las palabras me traicionaron,
las palabras me traicionaron y todo irrigó de la boca hacia afuera;
te vomité la almohada pero no lo siento, al fin y al cabo estoy muerta.

Las cosas se ven curiosas desde abajo,
tú que me dejaste en el menos trece;
desde abajo casi me sobrecogieron las sombras.
Las casas son furiosas arriba,
casi me entristece no estar lista aún para volver
al sitio donde para siempre tú no estás.

Una temporada en el Averno
no le dejan criterio a cualquiera;
y a mí que me enseñaron que hay que tener altura de miras,
a ti que te llevaste la funcionalidad de las cosas
te expulso para siempre de mi vida hecha tira.

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