jueves, 28 de mayo de 2020

Buceo

Soñé que se me agrietaban los labios
con el ardor ansiosos del relamerse
en el decidirse a ser y decir
o decir y ser en el habla,
jugando a ser una propuesta
dramática de una misma,
una declamación
un simulacro.

Soñé con lirios,
con lilas lacustres
al pie de una laguna lavanda;
soñé con Ligeia
Leucótea
Lympha;
me entregué al sueño que me reclamaba
mientras con el ápice de la lengua
me partía la saliva la boca
la boca la saliva
dibujando las palabras que me asegurarían la entrada.

Soñé que era libre y que la arcilla olía
afectuosa; soñé que ingresaba a un recinto
de muros translúcidos, lúdicos;
soñé a calmar el ardor sumergiendo la cabeza en el lago
plegando los párpados al entrar.
Soñé que el dolor no era una celda;
soñé con él y me sentí despierta,
turbulenta;
que cada palabra declamada
le devolvía otro suspiro de mi aire al lago
agotándome el pecho, desvaneciéndome el habla
y cedí porque al fondo otros brazos se extendían
blandos, esperando mi cuerpo blando
para abrazarlo en lo oscuro de su corazón.

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